Llega la Navidad, y con ella los excesos culinarios. Éstos pueden darnos más de un alegría para el paladar, pero pueden convertirse en enemigos de nuestra salud sin querer. Estrés, empachos, digestiones pesadas, poco descanso,… son sólo algunos ejemplos de las consecuencias que una Navidad sin control nos puede ofrecer, sin tener en cuenta que los niveles del colesterol también nos pueden aumentar.
Se calcula que durante las fechas navideñas los españoles ganan una media de 2 o 3 kilos de peso, mientras su colesterol aumenta hasta un 10%. Estos excesos provocados por los banquetes ricos en grasa y calorías pueden ayudar a incrementar el riesgo cardiovascular, que junto con los olvidos de la mediación crónica pueden resultar un grave perjuicio para la salud. Por otra parte existe el problema de perder los buenos hábitos alimentarios que hayamos podido adquirir durante el año a causa de ese relajamiento que provoca el consumo de más grasas saturadas durante unos días.
Es por todo eso que hay que tener en cuenta ciertas consideraciones para poder disfrutar de las comidas durante las celebraciones. Lo mejor de todo es tomar consciencia tanto de lo que se come, como de lo que se beba: que haya cantidad no significa que debamos consumirlo todo.
De todas maneras, hay ciertos consejos que nos pueden ayudar. Uno de ellos sería quitar la piel de la carne de las aves antes de cocinar, y en caso de que esto no fuera posible, antes de comer. Por otra parte, elegir el aceite de oliva en lugar de la mantequilla o la nata para cocinar. A la hora de comer lácteos, podemos optar por aquellos que sean desnatados. Por último, limitar tanto como nos sea posible la ingesta de embutidos, salsas, bollería o alimentos precocinados.
Si con todo no fuera suficiente, es útil recordar que la vitamina C que contienen algunas frutas y las verduras pueden jugar un papel clave para prevenir las enfermedades cardiovasculares.